martes, 28 de julio de 2015



 PERÍODO DE DESARROLLO  REGIONAL.  300 A.C. -  800 DC

"El grado  complejidad que alcanzó la sociedad, el dominio sobre el medio ambiente y el gran desarrollo de la agricultura y otras actividades productivas propiciaron en esta época el surgimiento de jefaturas con áreas de control e influencia regional.
Los pueblos tuvieron expresiones artísticas admirables y variadas, proliferando vasijas figurines y ornamentos, así como también la metalurgia que aparece en esta época.  Esta diversidad no excluyo que tuvieran rasgos comunes.
Durante este periodo se suscita una expansión urbanística con grandes centros poblados que junto al desarrollo de sistemas agrícolas y las relaciones de intercambio demandaron un poder centralizado, ejercido por una élite sacerdotal que controló el funcionamiento productivo mediante una coerción ideológica de tipo religioso.

El período de Desarrollo Regional determinó por primera vez las diferencias regionales o territoriales en la organización política y social de los pueblos que la conformaron. Entre los principales pueblos de este período estuvieron las culturas: Jambelí, Guangala, Bahía, Tejar-Daule, La Tolita, Jama Coaque en la costa ecuatoriana, mientras en la serranía aparecían Cerro Narrío y Alausí; así también en la selva amazónica ecuatoriana se organizaron Los Tayos.
La Chimba es el sitio cerámico más temprano de los Andes septentrionales, al norte de Quito, y es representativa del Período Formativo en su última etapa. Sus habitantes establecieron contacto con varios pueblos de la costa y de la sierra, manteniendo íntima cercanía con la cultura Cotocollao, localizada en la meseta de Quito y sus valles aledaños.
La Cultura Bahía ocupó los territorios que se extienden desde las estribaciones de la cordillera de los Andes hasta el Océano Pacífico; y desde Bahía de Caraquez, hasta el sur de Manabí, al sur.
 La Cultura Jama-Coaque habitó las zonas comprendidas entre cabo de San Francisco, en Esmeraldas; hasta Bahía de Caráquez, en Manabí, en una zona de colinas boscosas y extensas playas que facilitaron a sus inmigrantes la recolección de recursos tanto de la selva como del mar.


En un Cerro denominado Bellavista ubicado en las estribaciones de la cordillera Chongón Colonche aproximadamente a 65 km. al noroeste de Guayaquil, se  localizó un antiguo cementerio Manteño-Huancavilca donde se encontraron más de 40 tumbas de pozo profundo con cámara  lateral.

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LOS SEÑORÍOS INDEPENDIENTES
    GENERALIDADES.  Este período, que por sus especiales condicionantes se ha dado en llamar Período de Desarrollo Regional (500 a. C. - 800 d. C.) se caracteriza, como ya ha quedado expresado, por la formación de una serie de grupos culturales, que por su organización sociocultural, política y económica podemos denominar como «Jefaturas» o «Señoríos», en cada uno de los cuales, uno de los miembros más representativos de una gran familia, que le apoyaba en su consolidación de status en relación con los demás miembros del grupo, se elevó a un mayor rango, manteniendo a los demás individuos, dentro de su área de influencia, bajo su mando, controlando, asimismo, el proceso de redistribución de productos, y con ello todo el proceso económico de subsistencia y desarrollo del grupo.
    Comparando los señores entre sí, hay elementos suficientes para señalar fronteras culturales porque tienen marcadas diferencias, pero también existen varios rasgos en común. Los linderos culturales que determina la arqueología a través de los vestigios materiales jamás permitirán hablar de fronteras exactas o formaciones de lo que los antropólogos, hoy en día, consideran «nacionalidades».
    En las fases finales de Cerro Narrío temprano aparecieron elementos culturales característicos: pintura blanca sobre rojo, asientos de arcilla y puntas de proyectil de piedra tallada. En la base de todas las secuencias culturales del Desarrollo Regional costero, desde Bahía hasta la costa Norte peruana, aparece la decoración blanco sobre rojo y los asientos y compoteras gigantes de arcilla.
    La variedad, en tamaño y forma, y la riqueza en motivos decorativos de los ejemplares de Cerro Narrío, sugiere que éstos fueron los antecedentes de los que aparecen en las fases Bahía, Guangala, Guayaquil y Jambelí de la Costa, que son similares pero no tan ricamente decorados.
    Hay evidencias de actos de violencia en la costa, posiblemente utilizada por grupos serranos, con puntas de proyectil de horsteno tallado, que se localizan especialmente en los asentamientos Guangala más tempranos, teniéndose constancia de su presencia también en algunos yacimientos Bahía. 
    La influencia y la ocasional incidencia violenta de Cerro Narrío en la Costa al finalizar la hegemonía Chorrera fue, posiblemente, el resultado de las jefaturas regionales costeras, que trataban de controlar áreas mayores y aumentar su esfera de influencia en la red de tráfico a larga distancia que se centraba en el intercambio de la concha Spondylus. Los mercaderes de Cerro Narrío, que por tanto tiempo habían controlado el tráfico a larga distancia de este «bien preciado», aparentemente usaron la fuerza para mantener la reciprocidad con sus tradicionales asociados en el intercambio de Spondylus, quienes al tiempo estarían tratando de obtener una participación mayor en el proceso de redistribución de la preciada concha.
    La presencia de Narrío en la costa durante esta época obedecería, entonces, a la necesidad de mantener la tradicional red de intercambio y el flujo hacia Perú de esta «insignia de la cosmología andina» que los quechuas llamaron «mullo».
    Sin embargo, esta red de intercambio basada en el tráfico de Spondylus sirvió para crear la serie de jefaturas que se conocen bajo el genérico de Desarrollos Regionales. La fase La Tolita aparece como una manifestación de la gente que controlaba las cuencas del río Santiago, en Esmeraldas y del Patía en Colombia. La gente de la fase Tiaone y Atacames temprano se encontraba ocupando la boca del río Esmeraldas y el Atacames. La sociedad que conocemos como Jama-Coaque controlaba el área que cubre las cuencas de los ríos Quinindé y Esmeraldas y las de Cojimíes y Jama en Manabí, entrando hasta la sección norteña de la cuenca del Guayas. La cultura Bahía controlaba los valles de los ríos Chone y Portoviejo en Manabí central, extendiendo su influencia a los pequeños valles costeños del Sur de Manabí y Norte del Guayas, así como manteniendo una interacción bien estrecha con sus variantes culturales conocidas como Tejar, Río Daule y Guayaquil. En la planicie costera de la cordillera Chongón-Colonche, hacia el Pacífico, floreció la cultura Guangala. Por su parte, el Golfo de Guayaquil, la isla de La Puná y la Provincia de El Oro, y la costa Norte peruana estaban bajo el control de lo que en Ecuador conocemos como la fase Jambelí.
    ¿Qué produjo la diferenciación cerámica entre estas jefaturas del período de Desarrollos Regionales?
    En realidad, la aparente gran diversidad es patente solamente en la decoración y tratamiento de superficies de la cerámica, mientras que las formas de las vasijas utilitarias y ceremoniales, y los vasos y botellas escultóricas son parecidos a través de todas las manifestaciones costeras de este período. Las figurillas, generalmente, se parecen; la diferencia se encuentra en el vestido y ornamentación de las mismas.
    Todas las Jefaturas costeras de la época accedían a la red de intercambio marítimo a larga distancia a fin de obtener la preciada bivalva tropical, el Spondylus, de su hábitat natural, a lo largo de la costa del Pacífico. 
    Lo que pudo distinguir a estos grupos, aparte de la distinta modalidad de decoración y vestimenta, pudo ser la adopción de algunos de los dioses de los grupos con los que intercambiaban el Spondylus en el Norte. 
    Tolita, Tiaone, Jama-Coaque, adoptaron decoraciones de influencia mesoamericana, como el Huehueteotl (el viejo dios del fuego), tema omnipresente en La Tolita, o el Tlaloc, sumamente representado en Jama-Coaque.
    Además, las influencias Bahía aparecen en el Golfo de México, en Veracruz, en donde traficantes mayas probablemente establecieron contactos con navegantes Bahía a través del istmo de Panamá. La cerámica Guangala muestra rasgos que sugieren una interacción muy cercana con Costa Rica y Guatemala, un área que, aparentemente, había estado en contacto con la costa del Guayas desde la fase Engoroy. Las culturas de la cuenca del Guayas muestran gran similitud con Bahía y Cerro Narrío medio, indicando que el tráfico entre la Sierra Sur y Manabí continuó a través de la cuenca del Guayas.
    El clima alterno de lluvias y sequía no permite que en el Ecuador, salvo muy contadas excepciones, se conserven los materiales orgánicos como la cestería, la madera o los textiles. En este último caso, su existencia sólo puede deducirse por las improntas que dejaron en la cerámica cuando todavía estaba fresca y que demuestran un amplio conocimiento de las técnicas textiles. Otro elemento como los torteros o fusayolas, para el hilado, así como la vestimenta documentada en las estatuillas, también permiten asegurar que el tejido era una actividad de importancia económica y ceremonial, pues es evidente que el rango de los personajes está representado en la complejidad de su atuendo personal. La metalistería llega a su apogeo, destacándose el área de La Tolita y de Jama-Coaque, en donde existieron talleres especializados. Lo más llamativo es el haber logrado combinar el platino con el oro mediante una «sintetización» o «aglutinación», venciendo así la enorme diferencia entre el punto de fusión de ambos metales.
    De los tiempos del Desarrollo Regional encontramos sorprendentes vestigios de cómo el hombre dominó y controló la naturaleza mediante la construcción de albarradas, terrazas y camellones para acumular agua como reserva para la época de estío, aprovechar las lluvias tenues de las alturas durante la sequía en el caso costeño, o evitar la erosión y dotar de canales de irrigación a las pendientes en el caso serrano, o para poner en uso los terrenos susceptibles de inundaciones y controlar las heladas.
    Los estudios arqueológicos de la Sierra, para este período, se han dificultado considerablemente por las erupciones volcánicas que se han producido durante milenios, que, por lo demás, impidieron la existencia de asentamientos humanos prolongados.
    A diferencia de la Costa, que tiene numerosos recursos alimenticios, algunos autorrenovables, la ecología de la Sierra impuso una fuerte restricción al sustento del hombre, limitándolo a la explotación de la tierra, ya que del pastoreo no existen evidencias definitivas, al menos para este momento. Consecuentemente, cada familia, o grupo de familias, se vieron obligados a vivir en, o muy cerca de su parcela, lo que explicaría por qué, hasta la fecha, no conocemos vestigios de urbanismo, salvo en contadísimas excepciones, durante el Desarrollo Regional. 
    La alfarería serrana evidencia una elevada tecnología, por ejemplo, la cerámica Panzaleo es llamativa por la extremada finura de sus paredes (2 mm) a pesar del considerable diámetro (hasta 60 cm) de sus vasijas globulares y por la minuciosidad en ciertos diseños negativos. Tuncahuán, por su parte, se impone por la notable creatividad de las decoraciones ejecutadas en negativo con sobrepintura roja. El cuerpo cerámico utilitario no difiere, morfológicamente, del festivo o ceremonial; el elemento diagnóstico de lo ritual radica, precisamente, en la riqueza cromática de las piezas. Si bien las tradiciones Panzaleo y Tuncahuán se originan en el Desarrollo Regional, su apogeo, tanto desde el punto de vista artístico como socioeconómico pertenece, más bien, al siguiente período, el de Integración.
    En la Sierra Norte y Norcentral, la falta de datos provenientes de excavaciones científicas pertinentes a este período nos deja prácticamente con un cuadro en blanco.
    Sin embargo, se vislumbran contactos con la costa en Cotocollao y en el valle de los Chillos, al Sudeste de Quito. Influencias amazónicas y costeras se evidencian en las provincias de Cotopaxi y Tungurahua. En Chimborazo hallamos la cultura Tuncahuán, y en Cañar, Azuay y Loja, Cerro Narrío medio está presente.
    A continuación vamos a presentar los rasgos más característicos de algunas de las culturas más representativas de este período de los desarrollos regionales.

    CULTURA  TOLITA - TUMACO.  El significado de esta cultura es todavía de difícil interpretación. Su influencia se extiende por la costa Sur de Colombia y la parte Norte de la provincia de Esmeraldas.
    El yacimiento más conocido, La Tolita, en Esmeraldas, situado en un islote en la desembocadura del río Santiago, ha sido saqueado durante siglos, inundando los museos con colecciones de figuritas cerámicas y objetos de oro, que si bien hablan de la gran capacidad artística de estas gentes, dejan grandes incógnitas acerca de otros aspectos de su desarrollo cultural, como es el de la construcción y finalidad de las grandes «tolas» o montículos que le son característicos. En la actualidad se están llevando a cabo las primeras excavaciones sistemáticas, sin que todavía se tengan publicaciones definitivas.
    Las actuales excavaciones han obtenido fechas desde el comienzo de la era hasta aproximadamente 500 años después para este período clásico. Su fase final (Tolita tardío) se corresponde con la fase Tiaone, en la desembocadura del Esmeraldas, con la que comparte gran cantidad de rasgos.
Las cerámicas de La Tolita muestran influencias tanto de las formas peruanas (vasos dobles, doble pico, etc.) como de las mesoamericanas (trípodes, copas, incensarios), y son famosas por la diversidad de sus modelados zoo-antropomorfos y el barroquismo de sus decoraciones incisas o pintadas.
    Es necesario hacer mención especial de las abundantísimas figuritas cerámicas, en las que se encuentran, por un lado, representaciones de escenas de la vida diaria y de animales del entorno, de carácter naturalista, y por otro  -las más difundidas-  personajes exentos, de diversos status, principalmente mujeres, vistas de frente, de tocado característico, luciendo deformación craneana, y con un faldellín cubriendo su sexo; con menos frecuencia aparecen figuras ejecutadas en otros materiales como el hueso.
    Otra importante faceta de esta cultura es la metalurgia, en la que destaca el uso del platino, que no se conoció en Europa hasta el siglo XVIII, precisamente transmitido desde esta zona por Antonio de Ulloa. Sus trabajos en oro y plata son de gran perfección técnica y artística, singularmente en la ejecución de máscaras y pequeños adornos.
    En los trabajos con estos materiales se encuentran conexiones claras con culturas peruanas, como son Moche y Vicús, que también destacaron en su habilidad y técnica orfebre.

    CULTURA  TIAONE. La Cultura Tiaone, contemporánea de La Tolita, se extiende por la cuenca del río Tiaone y las orillas del bajo Esmeraldas, correspondiendo sus asentamientos con una adaptación al bosque tropical, con asentamientos preferenciales a orillas de los ríos y poblamiento disperso.
    Cultivaban parcelas de regular tamaño con técnica de roza y régimen rotatorio para obtener cosechas de maíz, algodón y tubérculos (yuca, principalmente), quizás compatibles con huertos de rendimiento permanente en las orillas de los ríos. Caza, pesca y recolección eran también procedimientos complementarios de la dieta, si bien la proximidad a las playas no tuvo influencia decisiva sobre las estrategias de explotación del medio.
    El yacimiento tipo en el que nos basamos es el de La Propicia, localizado en la desembocadura del río Tiaone en el Esmeraldas. La mayor cantidad de evidencias materiales con las que contamos se refiere a la industria cerámica, en cuyo material se fabricaron vasijas, figurillas, silbatos, máscaras, ralladores, fichas, discos perforados, chaquiras, pintaderas, torteros, etc. La cerámica de La Propicia es, en general, de buena factura, paredes relativamente finas, buenas arcillas y regular cocción; de formas variadas, en las que la decoración es generalmente pintada, predominando el rojo y presentando algunos casos de modelado; son frecuentes las vasijas engobadas, siendo variadas las formas, entre las que hay una cierta proporción de polípodos.

    CULTURA  BAHÍA. Dentro de las culturas que, durante este período, se están desarrollando en la costa ecuatoriana, la Cultura Bahía destaca por su carácter preurbano, rasgo que anuncia a sus sucesores, los famosos manteños, de los que hablaremos más adelante.
    Se extiende desde el río Chone y Bahía de Caráquez hasta la frontera con la provincia del Guayas. Cerca de la Manta actual se encuentra el sitio de Los Esteros, con numerosos montículos construidos superponiendo plataformas de muros reforzados con piedras y rampas o escalinatas de acceso. Emilio Estrada, el primero que estudió este yacimiento, opina que encima de las plataformas de mayor tamaño se localizarían grandes casas comunales o templos, lo que parece ser corroborado por representaciones de éstas en cerámica.
    En la cercana isla de La Plata debió de existir un santuario Bahía, tal y como se puede desprender de los hallazgos arqueológicos, que muestran la ausencia de cerámica doméstica u otros restos de habitación, así como grandes acumulaciones de figurillas fragmentadas.
    Las características generales de la cerámica Bahía también son diferentes de las de las culturas más al Norte. Hay formas nuevas, como la copa de base alta, y, junto a la pintura iridiscente y negativa  -herencia Chorrera- , un uso generalizado de la pintura poscocción, que les da una mayor policromía. Las figuras cerámicas, que son igualmente abundantes, están fabricadas a molde, llamando la atención las del tipo «Gigante», de 50 a 60 cm de altura.
    Todas estas figurillas muestran una gran complicación en su vestimenta y adornos, lo que hace pensar en una sociedad estratificada.

    CULTURA  GUANGALA. Esta cultura, que continúa la tradición Chorrera, se desarrolla en una de las zonas más desérticas del Ecuador y, quizás, debido a estas condiciones ambientales desfavorables no se observa el grado de urbanismo de Bahía, estableciéndose la población con un patrón de aldeas dispersas.
    Parece una cultura bien adaptada, cuyas bases de subsistencia se encontraban en el mar y la agricultura. Sus yacimientos aparecen por la costa ecuatoriana, singularizándose por la fabricación de instrumentos líticos de caza y por el destacado nivel tecnológico de sus cerámicas. Las formas de éstas son más sencillas que las Chorrera, pero continúan su perfección técnica. La decoración es pintura blanca sobre rojo, rojo anaranjado sobre ante, bruñido y negativo.

    NEGATIVO  DEL  CARCHI. Hasta el momento, las culturas de la sierra, como la que ahora presentamos, han recibido mucha menor atención que las de la costa por parte de la investigación arqueológica. En consecuencia, tenemos mucha menos información, y la que tenemos se encuentra fragmentada en un sinfín de culturas o fases que parecen referirse a un mismo tipo de evidencia: un pueblo, o pueblos, que decoran sus vasijas cerámicas con dibujos en negativo sobre el engobe del fondo. Por esta razón, el nombre de Negativo del Carchi puede abarcarlos a todos, al menos hasta que se desarrollen trabajos de investigación más en profundidad.
    En el altiplano del Sur de Colombia y del Norte del Ecuador, área en la que se desarrolla esta manifestación cultural, la economía es predominantemente agrícola, siendo un excelente complemento la caza en los bosques fríos.
La excesiva pluviosidad llevó a la población a asentarse en zonas elevadas y a preparar sus campos de cultivo con el sistema de «camellones».
    Existía una estratificación social, tal y como se deduce de sus enterramientos, los cuales son el aspecto más conocido de esta cultura.
    Las tumbas son de pozo y cámara. El pozo, cilíndrico, podía llegar hasta los 20 metros de profundidad y la cámara ser una o varias, pudiendo estar conectadas por pasadizos, bien entre ellas, o bien con las de otros conjuntos. Este tipo de entierros es común en la zona serrana de Colombia, con la que la unen muy estrechos lazos.
    En cerámica, las copas de base tronco-cónica alta y los cuencos de base anular son las formas preferidas para plasmar los diseños negativos. También son muy populares las figurillas cerámicas, entre las que destaca un «pensador» sentado en un banquillo y masticando coca.
    Muy relacionada con esta cultura y sin que estén todavía muy establecidos los límites entre ambas, se encuentra más al Sur y hacia el Oriente la Cultura Panzaleo-Cosanga.

    CULTURA  TUNCAHUÁN.  Más al Sur aún, en la cuenca de Riobamba, está el área de difusión de esta cultura, que es portadora de un estilo cerámico de gran difusión y que lleva el mismo nombre.
    Las formas más típicas son las compo-teras, copas de base anular tronco-cónica, y las jarras alargadas de fondo apuntado. La decoración es negra pintada en negativo, acompañada del rojo y el blanco, siendo los motivos decorativos geométricos simples y simétricos.

    CULTURA  ATACAMES. Más o menos coincidiendo con la pérdida de importancia y abandono de La Tolita (350 d. C.), en el resto de Esmeraldas se observa un fuerte cambio con respecto a la situación de siglos anteriores. A partir de esta fecha de abandono, existe un vacío de información para la costa ecuatoriana al Norte del río Esmeraldas.
    Sin embargo, al Sur del citado río, comienza a adquirir personalidad propia, con sus principales fechas en torno al 700 d. C., la Cultura Atacames, apreciándose un importante cambio en el patrón de asentamiento de toda la zona.
    El yacimiento de Atacames, aunque se encuentra destruido por la población actual, la potenciación turística y las labores agrícolas en más de sus dos terceras partes, evidencia un crecimiento rápido de la población en función de nuevas estrategias adaptativas.
    Sus habitantes, en esta fase temprana del sitio, se distribuían en una serie de plazas contiguas de manera lineal, enmarcadas éstas por las «tolas» en las que se localizaban las viviendas a lo largo de, al menos, dos kilómetros de costa, haciendo uso abundante de los recursos marinos.
Tanto la tecnología cerámica como los motivos decorativos cambian bruscamente, observándose un cierto descuido en la elaboración, que contrasta con la variedad de formas, la mayor parte de ellas con connotaciones netamente funcionales. La decoración está constituida básicamente por diseños geométricos rojos sobre un ligero engobe crema. Por otra parte, es de señalar que las figurillas pierden el protagonismo que tenían en La Tolita o en Tiaone, por hablar de sus áreas más próximas.
    De una manera general se observa una mayor relación de Atacames con las culturas de la costa Sur, aparentando ser, en estos momentos, el punto costero más norteño al que llegan coletazos de los cambios producidos en la zona central andina. En el Sur de Manabí, la cultura Bahía evoluciona hacia un mayor urbanismo y anuncia lo que será la posterior cultura Manteña. En esta misma provincia, más al Norte, entre Bahía y Atacames, encontramos la cultura Jama-Coaque, conocida fundamentalmente por colecciones de museos, y en cuyos asentamientos se están llevando a cabo excavaciones, sin que, por el momento, se pueda determinar en qué grado podrían, o no, conformarse como una sola con la de Atacames.