PERÍODO DE DESARROLLO
REGIONAL. 300 A.C. - 800 DC
"El grado complejidad que
alcanzó la sociedad, el dominio sobre el medio ambiente y el gran desarrollo de
la agricultura y otras actividades productivas propiciaron en esta época el
surgimiento de jefaturas con áreas de control e influencia regional.
Los pueblos tuvieron expresiones artísticas
admirables y variadas, proliferando vasijas figurines y ornamentos, así como
también la metalurgia que aparece en esta época. Esta diversidad no
excluyo que tuvieran rasgos comunes.
Durante este periodo se suscita una
expansión urbanística con grandes centros poblados que junto al desarrollo de
sistemas agrícolas y las relaciones de intercambio demandaron un poder
centralizado, ejercido por una élite sacerdotal que controló el funcionamiento
productivo mediante una coerción ideológica de tipo religioso.
El
período de Desarrollo Regional determinó por
primera vez las diferencias regionales o territoriales en la organización
política y social de los pueblos que la conformaron. Entre los principales
pueblos de este período estuvieron las culturas: Jambelí, Guangala, Bahía,
Tejar-Daule, La Tolita, Jama Coaque en la costa ecuatoriana, mientras en la
serranía aparecían Cerro Narrío y Alausí; así también en la selva amazónica
ecuatoriana se organizaron Los Tayos.
La Chimba es el sitio cerámico más temprano
de los Andes septentrionales, al norte de Quito, y es representativa del
Período Formativo en su última etapa. Sus habitantes establecieron contacto con
varios pueblos de la costa y de la sierra, manteniendo íntima cercanía con la
cultura Cotocollao, localizada en la meseta de Quito y sus valles aledaños.
La Cultura Bahía ocupó los territorios que
se extienden desde las estribaciones de la cordillera de los Andes hasta el
Océano Pacífico; y desde Bahía de Caraquez, hasta el sur de Manabí, al sur.
La
Cultura Jama-Coaque habitó las zonas comprendidas entre cabo de San Francisco,
en Esmeraldas; hasta Bahía de Caráquez, en Manabí, en una zona de colinas
boscosas y extensas playas que facilitaron a sus inmigrantes la recolección de
recursos tanto de la selva como del mar.
En un Cerro denominado Bellavista ubicado
en las estribaciones de la cordillera Chongón Colonche aproximadamente a 65 km.
al noroeste de Guayaquil, se localizó un antiguo cementerio
Manteño-Huancavilca donde se encontraron más de 40 tumbas de pozo profundo con
cámara lateral.
Esto es lo que va en Word después de hbaer puesto esta información investiguate
de la cultura de la costa (la tolita
, jama coaque, bahía ,guangala jambeli ) cultura
de la sierra (Carchi, tuncahuan, cañari, cultura chimba,panzaleo ) cultura del oriente(upano ) trata de
poner imágenes yo me encargo de la diapositiva lo 1ero viene hacer casi una
introducción , ya t dejo unos link en los q te puedas guiar pero tal como esta
ay x orden de costa , sierra e oriente van adjuntándole información pilas
LOS SEÑORÍOS INDEPENDIENTES
GENERALIDADES. Este
período, que por sus especiales condicionantes se ha dado en llamar Período de
Desarrollo Regional (500 a. C. - 800 d. C.) se caracteriza, como ya ha quedado
expresado, por la formación de una serie de grupos culturales, que por su
organización sociocultural, política y económica podemos denominar como
«Jefaturas» o «Señoríos», en cada uno de los cuales, uno de los miembros más
representativos de una gran familia, que le apoyaba en su consolidación de
status en relación con los demás miembros del grupo, se elevó a un mayor rango,
manteniendo a los demás individuos, dentro de su área de influencia, bajo su
mando, controlando, asimismo, el proceso de redistribución de productos, y con
ello todo el proceso económico de subsistencia y desarrollo del grupo.
Comparando los
señores entre sí, hay elementos suficientes para señalar fronteras culturales
porque tienen marcadas diferencias, pero también existen varios rasgos en
común. Los linderos culturales que determina la arqueología a través de los
vestigios materiales jamás permitirán hablar de fronteras exactas o formaciones
de lo que los antropólogos, hoy en día, consideran «nacionalidades».
En las fases
finales de Cerro Narrío temprano aparecieron elementos culturales
característicos: pintura blanca sobre rojo, asientos de arcilla y puntas de
proyectil de piedra tallada. En la base de todas las secuencias culturales del
Desarrollo Regional costero, desde Bahía hasta la costa Norte peruana, aparece
la decoración blanco sobre rojo y los asientos y compoteras gigantes de
arcilla.
La variedad, en
tamaño y forma, y la riqueza en motivos decorativos de los ejemplares de Cerro
Narrío, sugiere que éstos fueron los antecedentes de los que aparecen en las
fases Bahía, Guangala, Guayaquil y Jambelí de la Costa, que son similares pero
no tan ricamente decorados.
Hay evidencias de
actos de violencia en la costa, posiblemente utilizada por grupos serranos, con
puntas de proyectil de horsteno tallado, que se localizan especialmente en los
asentamientos Guangala más tempranos, teniéndose constancia de su presencia
también en algunos yacimientos Bahía.
La influencia y la
ocasional incidencia violenta de Cerro Narrío en la Costa al finalizar la
hegemonía Chorrera fue, posiblemente, el resultado de las jefaturas regionales
costeras, que trataban de controlar áreas mayores y aumentar su esfera de
influencia en la red de tráfico a larga distancia que se centraba en el
intercambio de la concha Spondylus. Los mercaderes de Cerro Narrío, que por
tanto tiempo habían controlado el tráfico a larga distancia de este «bien
preciado», aparentemente usaron la fuerza para mantener la reciprocidad con sus
tradicionales asociados en el intercambio de Spondylus, quienes al tiempo
estarían tratando de obtener una participación mayor en el proceso de
redistribución de la preciada concha.
La presencia de
Narrío en la costa durante esta época obedecería, entonces, a la necesidad de
mantener la tradicional red de intercambio y el flujo hacia Perú de esta
«insignia de la cosmología andina» que los quechuas llamaron «mullo».
Sin embargo, esta
red de intercambio basada en el tráfico de Spondylus sirvió para crear la serie
de jefaturas que se conocen bajo el genérico de Desarrollos Regionales. La fase
La Tolita aparece como una manifestación de la gente que controlaba las cuencas
del río Santiago, en Esmeraldas y del Patía en Colombia. La gente de la fase
Tiaone y Atacames temprano se encontraba ocupando la boca del río Esmeraldas y
el Atacames. La sociedad que conocemos como Jama-Coaque controlaba el área que
cubre las cuencas de los ríos Quinindé y Esmeraldas y las de Cojimíes y Jama en
Manabí, entrando hasta la sección norteña de la cuenca del Guayas. La cultura
Bahía controlaba los valles de los ríos Chone y Portoviejo en Manabí central,
extendiendo su influencia a los pequeños valles costeños del Sur de Manabí y
Norte del Guayas, así como manteniendo una interacción bien estrecha con sus
variantes culturales conocidas como Tejar, Río Daule y Guayaquil. En la
planicie costera de la cordillera Chongón-Colonche, hacia el Pacífico, floreció
la cultura Guangala. Por su parte, el Golfo de Guayaquil, la isla de La Puná y
la Provincia de El Oro, y la costa Norte peruana estaban bajo el control de lo
que en Ecuador conocemos como la fase Jambelí.
¿Qué produjo la
diferenciación cerámica entre estas jefaturas del período de Desarrollos
Regionales?
En realidad, la
aparente gran diversidad es patente solamente en la decoración y tratamiento de
superficies de la cerámica, mientras que las formas de las vasijas utilitarias
y ceremoniales, y los vasos y botellas escultóricas son parecidos a través de
todas las manifestaciones costeras de este período. Las figurillas,
generalmente, se parecen; la diferencia se encuentra en el vestido y
ornamentación de las mismas.
Todas las Jefaturas
costeras de la época accedían a la red de intercambio marítimo a larga
distancia a fin de obtener la preciada bivalva tropical, el Spondylus, de su
hábitat natural, a lo largo de la costa del Pacífico.
Lo que pudo
distinguir a estos grupos, aparte de la distinta modalidad de decoración y
vestimenta, pudo ser la adopción de algunos de los dioses de los grupos con los
que intercambiaban el Spondylus en el Norte.
Tolita, Tiaone,
Jama-Coaque, adoptaron decoraciones de influencia mesoamericana, como el
Huehueteotl (el viejo dios del fuego), tema omnipresente en La Tolita, o el
Tlaloc, sumamente representado en Jama-Coaque.
Además, las
influencias Bahía aparecen en el Golfo de México, en Veracruz, en donde
traficantes mayas probablemente establecieron contactos con navegantes Bahía a
través del istmo de Panamá. La cerámica Guangala muestra rasgos que sugieren
una interacción muy cercana con Costa Rica y Guatemala, un área que,
aparentemente, había estado en contacto con la costa del Guayas desde la fase
Engoroy. Las culturas de la cuenca del Guayas muestran gran similitud con Bahía
y Cerro Narrío medio, indicando que el tráfico entre la Sierra Sur y Manabí
continuó a través de la cuenca del Guayas.
El clima alterno de
lluvias y sequía no permite que en el Ecuador, salvo muy contadas excepciones,
se conserven los materiales orgánicos como la cestería, la madera o los
textiles. En este último caso, su existencia sólo puede deducirse por las
improntas que dejaron en la cerámica cuando todavía estaba fresca y que
demuestran un amplio conocimiento de las técnicas textiles. Otro elemento como
los torteros o fusayolas, para el hilado, así como la vestimenta documentada en
las estatuillas, también permiten asegurar que el tejido era una actividad de
importancia económica y ceremonial, pues es evidente que el rango de los
personajes está representado en la complejidad de su atuendo personal. La
metalistería llega a su apogeo, destacándose el área de La Tolita y de
Jama-Coaque, en donde existieron talleres especializados. Lo más llamativo es
el haber logrado combinar el platino con el oro mediante una «sintetización» o
«aglutinación», venciendo así la enorme diferencia entre el punto de fusión de
ambos metales.
De los tiempos del
Desarrollo Regional encontramos sorprendentes vestigios de cómo el hombre
dominó y controló la naturaleza mediante la construcción de albarradas,
terrazas y camellones para acumular agua como reserva para la época de estío,
aprovechar las lluvias tenues de las alturas durante la sequía en el caso
costeño, o evitar la erosión y dotar de canales de irrigación a las pendientes
en el caso serrano, o para poner en uso los terrenos susceptibles de inundaciones
y controlar las heladas.
Los estudios
arqueológicos de la Sierra, para este período, se han dificultado
considerablemente por las erupciones volcánicas que se han producido durante
milenios, que, por lo demás, impidieron la existencia de asentamientos humanos
prolongados.
A diferencia de la
Costa, que tiene numerosos recursos alimenticios, algunos autorrenovables, la
ecología de la Sierra impuso una fuerte restricción al sustento del hombre,
limitándolo a la explotación de la tierra, ya que del pastoreo no existen
evidencias definitivas, al menos para este momento. Consecuentemente, cada
familia, o grupo de familias, se vieron obligados a vivir en, o muy cerca de su
parcela, lo que explicaría por qué, hasta la fecha, no conocemos vestigios de
urbanismo, salvo en contadísimas excepciones, durante el Desarrollo
Regional.
La alfarería
serrana evidencia una elevada tecnología, por ejemplo, la cerámica Panzaleo es
llamativa por la extremada finura de sus paredes (2 mm) a pesar del
considerable diámetro (hasta 60 cm) de sus vasijas globulares y por la
minuciosidad en ciertos diseños negativos. Tuncahuán, por su parte, se impone
por la notable creatividad de las decoraciones ejecutadas en negativo con
sobrepintura roja. El cuerpo cerámico utilitario no difiere, morfológicamente,
del festivo o ceremonial; el elemento diagnóstico de lo ritual radica,
precisamente, en la riqueza cromática de las piezas. Si bien las tradiciones
Panzaleo y Tuncahuán se originan en el Desarrollo Regional, su apogeo, tanto desde
el punto de vista artístico como socioeconómico pertenece, más bien, al
siguiente período, el de Integración.
En la Sierra Norte
y Norcentral, la falta de datos provenientes de excavaciones científicas
pertinentes a este período nos deja prácticamente con un cuadro en blanco.
Sin embargo, se
vislumbran contactos con la costa en Cotocollao y en el valle de los Chillos,
al Sudeste de Quito. Influencias amazónicas y costeras se evidencian en las
provincias de Cotopaxi y Tungurahua. En Chimborazo hallamos la cultura
Tuncahuán, y en Cañar, Azuay y Loja, Cerro Narrío medio está presente.
A continuación
vamos a presentar los rasgos más característicos de algunas de las culturas más
representativas de este período de los desarrollos regionales.
CULTURA TOLITA
- TUMACO. El significado de esta cultura es todavía de difícil
interpretación. Su influencia se extiende por la costa Sur de Colombia y la
parte Norte de la provincia de Esmeraldas.
El yacimiento más
conocido, La Tolita, en Esmeraldas, situado en un islote en la desembocadura
del río Santiago, ha sido saqueado durante siglos, inundando los museos con
colecciones de figuritas cerámicas y objetos de oro, que si bien hablan de la
gran capacidad artística de estas gentes, dejan grandes incógnitas acerca de
otros aspectos de su desarrollo cultural, como es el de la construcción y
finalidad de las grandes «tolas» o montículos que le son característicos. En la
actualidad se están llevando a cabo las primeras excavaciones sistemáticas, sin
que todavía se tengan publicaciones definitivas.
Las actuales
excavaciones han obtenido fechas desde el comienzo de la era hasta
aproximadamente 500 años después para este período clásico. Su fase final
(Tolita tardío) se corresponde con la fase Tiaone, en la desembocadura del
Esmeraldas, con la que comparte gran cantidad de rasgos.
Las cerámicas de La Tolita muestran
influencias tanto de las formas peruanas (vasos dobles, doble pico, etc.) como
de las mesoamericanas (trípodes, copas, incensarios), y son famosas por la
diversidad de sus modelados zoo-antropomorfos y el barroquismo de sus
decoraciones incisas o pintadas.
Es necesario hacer
mención especial de las abundantísimas figuritas cerámicas, en las que se
encuentran, por un lado, representaciones de escenas de la vida diaria y de
animales del entorno, de carácter naturalista, y por otro -las más
difundidas- personajes exentos, de diversos status, principalmente
mujeres, vistas de frente, de tocado característico, luciendo deformación
craneana, y con un faldellín cubriendo su sexo; con menos frecuencia aparecen
figuras ejecutadas en otros materiales como el hueso.
Otra importante
faceta de esta cultura es la metalurgia, en la que destaca el uso del platino,
que no se conoció en Europa hasta el siglo XVIII, precisamente transmitido
desde esta zona por Antonio de Ulloa. Sus trabajos en oro y plata son de gran
perfección técnica y artística, singularmente en la ejecución de máscaras y
pequeños adornos.
En los trabajos con
estos materiales se encuentran conexiones claras con culturas peruanas, como
son Moche y Vicús, que también destacaron en su habilidad y técnica orfebre.
CULTURA TIAONE.
La Cultura Tiaone, contemporánea de La Tolita, se extiende por la cuenca del
río Tiaone y las orillas del bajo Esmeraldas, correspondiendo sus asentamientos
con una adaptación al bosque tropical, con asentamientos preferenciales a
orillas de los ríos y poblamiento disperso.
Cultivaban parcelas
de regular tamaño con técnica de roza y régimen rotatorio para obtener cosechas
de maíz, algodón y tubérculos (yuca, principalmente), quizás compatibles con
huertos de rendimiento permanente en las orillas de los ríos. Caza, pesca y
recolección eran también procedimientos complementarios de la dieta, si bien la
proximidad a las playas no tuvo influencia decisiva sobre las estrategias de
explotación del medio.
El yacimiento tipo
en el que nos basamos es el de La Propicia, localizado en la desembocadura del
río Tiaone en el Esmeraldas. La mayor cantidad de evidencias materiales con las
que contamos se refiere a la industria cerámica, en cuyo material se fabricaron
vasijas, figurillas, silbatos, máscaras, ralladores, fichas, discos perforados,
chaquiras, pintaderas, torteros, etc. La cerámica de La Propicia es, en
general, de buena factura, paredes relativamente finas, buenas arcillas y
regular cocción; de formas variadas, en las que la decoración es generalmente
pintada, predominando el rojo y presentando algunos casos de modelado; son
frecuentes las vasijas engobadas, siendo variadas las formas, entre las que hay
una cierta proporción de polípodos.
CULTURA BAHÍA.
Dentro de las culturas que, durante este período, se están desarrollando en la
costa ecuatoriana, la Cultura Bahía destaca por su carácter preurbano, rasgo
que anuncia a sus sucesores, los famosos manteños, de los que hablaremos más
adelante.
Se extiende desde
el río Chone y Bahía de Caráquez hasta la frontera con la provincia del Guayas.
Cerca de la Manta actual se encuentra el sitio de Los Esteros, con numerosos
montículos construidos superponiendo plataformas de muros reforzados con
piedras y rampas o escalinatas de acceso. Emilio Estrada, el primero que
estudió este yacimiento, opina que encima de las plataformas de mayor tamaño se
localizarían grandes casas comunales o templos, lo que parece ser corroborado
por representaciones de éstas en cerámica.
En la cercana isla
de La Plata debió de existir un santuario Bahía, tal y como se puede desprender
de los hallazgos arqueológicos, que muestran la ausencia de cerámica doméstica
u otros restos de habitación, así como grandes acumulaciones de figurillas
fragmentadas.
Las características
generales de la cerámica Bahía también son diferentes de las de las culturas
más al Norte. Hay formas nuevas, como la copa de base alta, y, junto a la
pintura iridiscente y negativa -herencia Chorrera- , un uso
generalizado de la pintura poscocción, que les da una mayor policromía. Las
figuras cerámicas, que son igualmente abundantes, están fabricadas a molde,
llamando la atención las del tipo «Gigante», de 50 a 60 cm de altura.
Todas estas
figurillas muestran una gran complicación en su vestimenta y adornos, lo que
hace pensar en una sociedad estratificada.
CULTURA GUANGALA.
Esta cultura, que continúa la tradición Chorrera, se desarrolla en una de las
zonas más desérticas del Ecuador y, quizás, debido a estas condiciones
ambientales desfavorables no se observa el grado de urbanismo de Bahía,
estableciéndose la población con un patrón de aldeas dispersas.
Parece una cultura
bien adaptada, cuyas bases de subsistencia se encontraban en el mar y la
agricultura. Sus yacimientos aparecen por la costa ecuatoriana,
singularizándose por la fabricación de instrumentos líticos de caza y por el
destacado nivel tecnológico de sus cerámicas. Las formas de éstas son más
sencillas que las Chorrera, pero continúan su perfección técnica. La decoración
es pintura blanca sobre rojo, rojo anaranjado sobre ante, bruñido y negativo.
NEGATIVO DEL CARCHI.
Hasta el momento, las culturas de la sierra, como la que ahora presentamos, han
recibido mucha menor atención que las de la costa por parte de la investigación
arqueológica. En consecuencia, tenemos mucha menos información, y la que
tenemos se encuentra fragmentada en un sinfín de culturas o fases que parecen
referirse a un mismo tipo de evidencia: un pueblo, o pueblos, que decoran sus
vasijas cerámicas con dibujos en negativo sobre el engobe del fondo. Por esta
razón, el nombre de Negativo del Carchi puede abarcarlos a todos, al menos
hasta que se desarrollen trabajos de investigación más en profundidad.
En el altiplano del
Sur de Colombia y del Norte del Ecuador, área en la que se desarrolla esta
manifestación cultural, la economía es predominantemente agrícola, siendo un
excelente complemento la caza en los bosques fríos.
La excesiva pluviosidad llevó a la
población a asentarse en zonas elevadas y a preparar sus campos de cultivo con
el sistema de «camellones».
Existía una
estratificación social, tal y como se deduce de sus enterramientos, los cuales
son el aspecto más conocido de esta cultura.
Las tumbas son de
pozo y cámara. El pozo, cilíndrico, podía llegar hasta los 20 metros de
profundidad y la cámara ser una o varias, pudiendo estar conectadas por
pasadizos, bien entre ellas, o bien con las de otros conjuntos. Este tipo de
entierros es común en la zona serrana de Colombia, con la que la unen muy
estrechos lazos.
En cerámica, las
copas de base tronco-cónica alta y los cuencos de base anular son las formas
preferidas para plasmar los diseños negativos. También son muy populares las
figurillas cerámicas, entre las que destaca un «pensador» sentado en un
banquillo y masticando coca.
Muy relacionada con
esta cultura y sin que estén todavía muy establecidos los límites entre ambas,
se encuentra más al Sur y hacia el Oriente la Cultura Panzaleo-Cosanga.
CULTURA TUNCAHUÁN. Más
al Sur aún, en la cuenca de Riobamba, está el área de difusión de esta cultura,
que es portadora de un estilo cerámico de gran difusión y que lleva el mismo
nombre.
Las formas más
típicas son las compo-teras, copas de base anular tronco-cónica, y las jarras
alargadas de fondo apuntado. La decoración es negra pintada en negativo,
acompañada del rojo y el blanco, siendo los motivos decorativos geométricos
simples y simétricos.
CULTURA ATACAMES.
Más o menos coincidiendo con la pérdida de importancia y abandono de La Tolita
(350 d. C.), en el resto de Esmeraldas se observa un fuerte cambio con respecto
a la situación de siglos anteriores. A partir de esta fecha de abandono, existe
un vacío de información para la costa ecuatoriana al Norte del río Esmeraldas.
Sin embargo, al Sur
del citado río, comienza a adquirir personalidad propia, con sus principales
fechas en torno al 700 d. C., la Cultura Atacames, apreciándose un importante
cambio en el patrón de asentamiento de toda la zona.
El yacimiento de
Atacames, aunque se encuentra destruido por la población actual, la
potenciación turística y las labores agrícolas en más de sus dos terceras
partes, evidencia un crecimiento rápido de la población en función de nuevas
estrategias adaptativas.
Sus habitantes, en
esta fase temprana del sitio, se distribuían en una serie de plazas contiguas
de manera lineal, enmarcadas éstas por las «tolas» en las que se localizaban
las viviendas a lo largo de, al menos, dos kilómetros de costa, haciendo uso
abundante de los recursos marinos.
Tanto la tecnología cerámica como los
motivos decorativos cambian bruscamente, observándose un cierto descuido en la
elaboración, que contrasta con la variedad de formas, la mayor parte de ellas
con connotaciones netamente funcionales. La decoración está constituida
básicamente por diseños geométricos rojos sobre un ligero engobe crema. Por
otra parte, es de señalar que las figurillas pierden el protagonismo que tenían
en La Tolita o en Tiaone, por hablar de sus áreas más próximas.
De una manera
general se observa una mayor relación de Atacames con las culturas de la costa
Sur, aparentando ser, en estos momentos, el punto costero más norteño al que
llegan coletazos de los cambios producidos en la zona central andina. En el Sur
de Manabí, la cultura Bahía evoluciona hacia un mayor urbanismo y anuncia lo
que será la posterior cultura Manteña. En esta misma provincia, más al Norte,
entre Bahía y Atacames, encontramos la cultura Jama-Coaque, conocida
fundamentalmente por colecciones de museos, y en cuyos asentamientos se están
llevando a cabo excavaciones, sin que, por el momento, se pueda determinar en
qué grado podrían, o no, conformarse como una sola con la de Atacames.